Parapegmata (I)
Los parapegmata están
entre los instrumentos más antiguos del mundo clásico y relacionados
íntimamente con la tradición astrológica más antigua de Grecia, la de la
astrometereología.
Básicamente un
parapegmata es un instrumento para seguir la evolución de los ciclos
temporales. En un parapegmata inscripcional se taladran orificios en una pared
o en una piedra y se va moviendo una clavija de orificio en orificio cada día.
En cada orificio se inscribe la información astronómica o astrológica para
informar de días específicos. Al mirar un parapegmata un día en particular el
observador busca las clavijas y simplemente lee la información astrológica,
astronómica o astrometereológica para ese día.
Al parecer los
primeros parapegmata conocidos, que no los más antiguos, se remontan a Conon de
Samos (sobre el 245 aC). Normalmente se reconocen a Meton y Euctemon (siglo V
aC) como los inventores de parapegmata y ciertamente muchos astrónomos más
tarde compilaron los datos para su construcción.
Un ejemplo de lo que
se ha denominado parapegmata astrológico es el Parapegma de las Termas de
Trajano (aproximadamente del s.I dC). He aquí un par de reproducciones
realizadas en pasta de modelar.
Parapegma (II)
El parapegma de las
Termas de Trajano ha tenido una vida bastante interesante. Fue descubierto a
principios del s. XIX como un graffitti en el enlucido de una pared de una casa
romana cerca de las Termas de Trajano, en la colina Esquilina. Esta casa más
tarde fue convertida en un altar a Santa Felicita. La representación que
tenemos del parapegmata fue hecha en 1822, pues el parapegmata original parece
que se dejó expuesto a la intemperie y desapareció poco después. De hecho, lo
que conservamos además de este dibujo es una copia en terracota, hecha
supuestamente del original, por alguien llamado Ruspi, que apareció en la
Universidad de Würzburg, y un molde yeso de esta copia que se encontró en Roma
a principios de los ochenta. La copia de Würzburg, que nosotros hemos recreado,
fue mejorada con la reconstrucción de las imágenes (Saturno y Júpiter) que
faltaban.
Al parecer, siguiendo
las hipótesis de D. Lehoux y otros los 30 orificios contaban días lunares. Los
días lunares, por otro lado, cuentan desde el primer día (probablemente tanto
luna llena como nueva) hasta el día 30 (final de ese ciclo lunar) y luego vuelta
a empezar. Estos días lunares tienen una significación astrológica en muchos
textos romanos, incluyendo Las Geórgicas de Virgilio, que nos cuenta que el
decimoséptimo día de la luna es propicio para plantar la vid y el noveno día,
afortunado para los fugitivos y desafortunado para los ladrones (Geor. I,
277-8; Plinio NH XVIII, 21). Esta hipótesis de que los números del I al XXX
parecen señalar los días lunares está muy reforzada por la evidencia
comparativa, ya que las secuencias de 30 días son comunes en los parapegmata
latinos, y ninguno tiene una secuencia que llegue hasta 31.
Aquí tenemos un
bloque de pasta preparado ya para comenzar a reconstruir un parapegma.